viernes, 30 de agosto de 2013

30 de agosto . Día Internacional del Desaparecido

Maná hizo una magistral versión de este tema del gran Rubén Blades..

Desde hace años  siempre que hablan de desapariciones, viene a mi cabeza este tema. 


" y por qué es que se desaparecen
por qué no todos somos iguales
y cuándo vuelve el desaparecido
cada vez que lo trae el pensamiento
cómo se le habla al desaparecido
con la emoción apretando por dentro"


sábado, 26 de enero de 2013

Marido y mujer de WILKIE COLLINS

Os recomiendo este libro. A mi me divirtió mucho leerlo, y en algunas cosas es muy actual.

Marido y Mujer de WILKIE COLLINS



En el prólogo de esta novela, un hombre descubre, al cabo de los años, que su matrimonio no es válido legalmente, ocasión que aprovecha para repudiar a su mujer y casarse con otra. Trece años después. Anne Silvester, la hija de la mujer reudiada, será también victima, como su madre, de una extrema peculiaridad legal. Sólo que en este caso se trata de la terrible posibilidad de haber contraído matrimonio, sin saberlo, con el prometido de su mejor amiga. Y eso no es todo. Hay otro hombre en liza, al que Anne ha amado y por el cual ha sido deshonrada: el apuesto y cínico Geoffrey Delamayn, un  <Un Hércules moderno> que <añade al instinto irracional del perro la astucia calculadora de un hombre>. Bajo los designios de este villano,lo que empieza como una cáustica, y a menudo hilarante, comedia de equívocos se transforma  paulatinamente en un horrible cuadro conyugal de traición, venganza, malos tratos, locura y asesinato. Marido y mujer (1970), inmediatamente posterior a La piedra lunar, pertenece al período de mayor creativadad de Wilkie Collins. Basada en circunstancias reales y centrada en torno a la Ley a la brutalidad, encierra una atrevida denuncia de la institución del matrimonio, esa <ceremonia que dice, de hecho, ya que no con palabras: "Dad el salto en la oscuridad.¡Lo santificamos, pero no damos garantías!"

Saber más de Wilkie Collins


domingo, 6 de enero de 2013

Relato

Relato

Hoy día de Reyes, os quiero dejar un cuento  de navidad diferente. Escrito por Nicanor  García Ordiz


Fue por Reyes


A la Asociación para la Recuperación
de la Memoria Histórica, 
en su 10º aniversario.
 



Cuentan que aquella noche del 4 de enero de 1938, en el Rosellón, hacía una noche de perros. Cuentan, yo no lo sé, que en aquella pequeña aldea asturiana hacía tiempo que esperaban que ocurriera lo que iba a pasar aquella noche. Dicen que llovía a cántaros y que el aire embravecido hacía notar su inquietante presencia arrojando sin piedad contra las paredes de las casas las heladas e incesantes gotas de la torrencial lluvia. Dicen que, protegiéndose como podían, con sus capotes, seis números de la guardia civil, del puesto de Carbayín, fusil en mano, caminaban decididos entre el barro y los charcos de la calle en cuesta de la aldea. Dicen que iban de a dos, con rumbo fijo, amparados por la oscuridad, impertérritos ante la inclemencia del tiempo, guiados por el haz de luz de sus linternas, espoleados por el odio y el afán de venganza de quienes les mandaban. Cuentan que de algún sitio indefinido un perro bravucón y asustado les salió al encuentro, mostrándoles, racial, sus fauces entre despavoridos ladridos. Pese al gran tamaño del animal los guardias no se impresionaron lo más mínimo y continuaron su marcha como si tal cosa. Sólo uno de los que cerraban la comitiva apuntó con su linterna a los ojos del can. Éste, cegado, no vio venir el puntapié que le partió la mandíbula. El llanto lastimero del perro se confundió con el azote del viento y el chucho volvió a perderse, atragantándose con su sangre, por donde había venido. Cuentan, yo no lo sé, que en casa de Álvaro ya dormían. Dicen que fue Concha la que primero oyó los golpes que los guardias propinaron en la puerta. Eso dicen, pero yo no lo sé.

-Despierta, Álvaro. Alguien está llamando –dijo Concha.
-¿A estas horas? Lo habrás soñado –respondió Álvaro, dándose la vuelta en la cama.

Una nueva ráfaga de golpes sobre la puerta de madera despejó toda duda.

-¿Lo oyes? –preguntó Concha.
-Sí, ahora sí, joder –respondió Álvaro sorprendido y asustado, sin saber muy bien qué hacer.
-Ya están aquí, cariño… Vienen a por ti. Ya están aquí –repitió Concha, abrazándose a su compañero, angustiada.
-Tranquila. No pasa nada –Álvaro quiso serenar a Concha.

El joven Álvaro se acercó a una de las ventanas del cuarto. Desde allí no pudo ver nada más que las gotas de la lluvia perseguirse por el frágil vidrio, pero era el lugar más cercano a la realidad de lo que estaba pasando frente a su casa, en la planta de abajo, tras la puerta, y desde donde poder escuchar mejor las respuestas a las preguntas que bullían en su cabeza, si es que alguien le respondía.

-¿Quién llama? –preguntó inquieto.

Obtuvo por contestación una nueva tanda de golpes secos sobre la puerta.

-¿Quién llama? –preguntó más alto.
-Álvaro, seguro que son ellos –advirtió Concha.
-No me responde nadie. Tengo que bajar. Tú no te muevas de aquí –dijo Álvaro, mientras se vestía el mono azul y se calzaba las alpargatas.
-Te van a llevar, cariño. Vienen a por ti. Te van a llevar –Concha estaba aterrorizada.
-Será lo que tenga que ser. No pasará nada. No te angusties, amor –sentenció Álvaro.
-Álvaro, quiero que sepas algo…

El joven clavó su mirada en los ojos húmedos de Concha. No dijo nada, sólo aguardó a oír lo que su compañera tenía que decirle. Concha le tomó una mano con las dos suyas y se lo dijo.

-Álvaro, vida mía… estoy embarazada.

Los dos jóvenes se abrazaron.

-¿Está segura? –preguntó Álvaro.
-Sí, lo estoy. Quería decírtelo mañana, en la noche. Iba a ser mi regalo de Reyes para ti.

-¡Álvaro Ordiz, abra la puerta!

Álvaro no volvió nunca más a su casa. Ni conoció su descendencia. Cuentan que seis meses después de aquella noche de perros, el joven Álvaro Ordiz Sánchez, de 31 años de edad, recién cumplidos, iba a ser ejecutado en el exterior de la tapia del cementerio católico del Salvador, en Oviedo, en la puerta oeste del camposanto, junto a otros 29 hombres, inocentes como él. Álvaro hacía el número 17 en la relación de los ejecutados en aquella hora del alba del día 28 de julio de
1938, y el número 548 de los 1.210 sepultados en la fosa común del cementerio civil.

Cuentan, yo no lo sé, que poco antes de ser conducido a su postrer destino lo vieron garabatear unas líneas en unas hojas de papel que un compañero de la celda de la cárcel le prestó. Dicen que le escribía a su compañera del alma, Concepción Díaz Areces, y dicen que le puso esto en la carta:



Cárcel Modelo de Oviedo, 28-7-1938
Galería 4ª Celda 46
A mi querida Concha: Salud.
Ante estos momentos de angustia y dolor te escribo estas cuatro letras desde capilla. Te digo que muero sereno, tranquilo y orgulloso porque sé que el triunfo está próximo.

Concha querida, cuando ésta llegue a tus manos habré dejado de existir para ti y para el mundo. Que no te amilane mi muerte, vida mía, lleva la cabeza erguida y muy alta. ¡Muero, sí! No como ladrón, ni criminal ni asesino. Tengo la conciencia tranquila de no haber cometido acto alguno de esta índole, cosa que mis nobles sentimientos repugnarían, tú lo sabes, además el hombre que va a morir dice la verdad, no necesita mentir. Muero por ser de izquierdas, por dar el pecho por la República y defender el Gobierno legal, y nuestros intereses de paz, fraternidad, justicia e igualdad. Muero orgulloso, pero los que me quitan la vida serán siempre unos asesinos, destructores de la humanidad proletaria. Resígnate al hondo dolor que en estos momentos te ha de embargar. Yo ya estoy resignado, muero por un ideal y como tal no me importa la muerte. ¡Tan feliz como era a tu lado! Cuando la dicha y el amor más fiel nos rodeaba surge este horroroso espectro de la guerra, deshaciéndolo todo, nuestro amor, nuestra felicidad y nuestro hogar. ¡Qué horrible es todo esto! ¡Qué triste fin el mío!... en fin, perdona amadísima Concha, pero no puedo más, la pluma se niega a continuar rasgando sobre el papel, cada trazo es un girón de mi corazón, los sollozos me ahogan, pienso en ti, en esa criatura que llevas dentro, carne y sangre de mi alma, que nunca veré. Pienso en mi pobre madre, en mis hermanos, en fin… en todos a los que quiero, todos pasáis por mi mente, para todos serán mis últimos instantes. ¡Qué triste no poder besaros ni estrecharos por última vez! Te pido que no me llores, que no me guardes luto, la República hará justicia.

Cuida de nuestro hijo, fruto de nuestro amor inmenso. Procura hacer, una vez triunfe la República, todo lo posible para educarle en mis ideales, que no llegue a ser tan esclavo de la vida como lo fui yo. Y tú, amor, si alguna vez encuentras a un hombre que te quiera de verdad no dudes en hacerlo compañero tuyo y que te ayude en todo lo que haga falta para cuidar de ti y de nuestra criatura, y te pido, Concha, que jamás consientas que hagan burla de ti los que me llevaron a mí a la muerte, porque no tienes que temer nada. Tú sabes que me matan por unos ideales, pero jamás por ladrón o asesino. Cuida a nuestro hijito, hazlo digno del nombre de su padre. Dile siempre porqué muero y te pido por favor, amor mío, que celebréis siempre, siempre su cumpleaños el día de Reyes, para que sepa que él fue el mayor regalo que tú me has hecho nunca. Acordaros de mí y de lo mucho que me hubiera gustado estar a vuestro lado en esos momentos. Concha, recibe el beso frío y póstumo de éste que te quiso, te quiere y desde ultratumba te seguirá amando. ¡Que la suerte os acompañe a todos y no sea lo ingrata que para mí ha sido!

Son las 5,30 de la madrugada y me falta tan sólo una hora.

Hasta la eternidad, amor, tu

Álvaro.


Cuentan, yo no lo sé, que cinco minutos después de escribir esta carta se encendieron las luces de la cárcel, que Álvaro le pidió a un compañero que hiciese llegar a su casa la misiva. Después se oyeron pasos y cerrojazos en las galerías y varios oficiales de la prisión recorrieron divertidos, lista en mano, las celdas donde velaban los reos que habían de morir aquel día. Dicen que vociferaban los nombres de los mártires y que cada uno de los referidos contestaba con un “presente” y después se oía la consabida respuesta del oficial: “vístase”.
Cuentan que cuando Álvaro era conducido por el pasillo, a juntarse con los otros veintinueve sentenciados, en el rastrillo, dejó salir de su pecho un grito de viva a la República, amplificado por el silencio de la noche y el retumbar en la oquedad de la galería. Dicen, yo no lo sé, que luego se oyó el culatazo de un fusil sobre su cuerpo y un quejido angustiado de Álvaro.
Eso es lo que cuentan, yo no lo sé. Lo que sí sé es que este año volveremos a celebrar el cumpleaños de mi madre el día de Reyes, aunque ella nació en agosto. Mi abuelo, Álvaro, lo dejó escrito y desde entonces cada año se cumple su voluntad. Él sigue enterrado en la fosa común del cementerio del Salvador de Oviedo. Mi abuela, Concha, murió hace unos años, sin saber dónde se encontraba sepultado el hombre de su vida. Algún día podrán reposar juntos para toda la eternidad. Algún día de Reyes volverán a estar unidos. Tal vez.

FIN

 Nicanor García Ordiz











 
Os dejo enlace a su biografía

http://bembibredigital.com/images/stories/libro/nicanor/nicanor.htm?phpMyAdmin=XgWtHCBiZiQ3u4uKQrie5JTBgq0





Dejo un video de Pedro Guerra , con el tema Huesos, que personalmente creo que le va muy bien al relato.
 


jueves, 3 de enero de 2013

Música y libros

La LLorona


La llorona es  una historia que siempre me gustó, años más tarde de conocer la leyenda, leí el libro de Marcela Serrano, que todo el rato que lo leía no dejaba de tararear la canción.
La llorona de Chavela Vargas y Mercedes Sosa:


La leyenda cuenta que La llorona es la madre que deambula por los caminos llamando a los hijos que ha asesinado. Conocemos a la protagonista de esta novela por su llanto invisible, el de una madre que ha perdido a su hija a los pocos días de nacer. ¿En qué la convierte el destino? ¿Qué ocurrió realmente en ese hospital con su pequeña?. Unidas a otras mujeres en su misma situación buscará las respuestas, conseguirá alzar su voz y rebelarse contra la adversidad.

 Es una canción que me gusta mucho y está versión la hace también uno de mis artistas preferidos, Depedro.
Depedro, su nombre real es Jairo Zavala, es un guitarrista de origen español, nacido en Barcelona líder de la agrupación de Rock “La Vacazul” desde el año 1998, que ha acompañado en sus giras a grupos como; Tresmil Hombres, Zolo Zeppelin.
Os dejo un video de Depedro

http://www.youtube.com/watch?v=Pb3ADMafwjI

Otra versión que me apasiona es la Lila Downs, y en este video se une la selección de imagenes de Frida Khalo, otra gran artistas, enigmática, que me fascina.
Para mi la Llorona además de ser una gran canción, tiene una cadena, que cada eslabón lo unen músicos , cantantes, escritoras, pintoras que  me gustan y la llorana me encontró a mí, porque yo a ellos los seguía pero no por la llorona , sino por sus otros trabajos.

http://www.youtube.com/watch?v=dsFnSr5EOQA



Libro


Hoy os recomiendo uno de los libros que más me han encandilado, no dejeís de leerlo

La vieja sirena de José Luis SamPedro.

La vieja sirena es sobre todo una historia de amor,  que une a Glauka y a Ahram de una manera indestructible. Glauka, Irenia o Kilia, la protagonista, tiene diferentes nombres a lo largo de la historia.
Egipto, siglo III. Época de cambios y confusión. Dos grandes imperios, el romano y el persa, inician una lenta decadencia. La protagonista, envuelta en su belleza y misterio, recorrerá un apasionante itinerario hasta llegar a Alejandría, donde dos hombres marcarán su destino: Ahram el Navegante, hombre de acción sediento de poder, y el filósofo Krito, poseedor del don de la palabra... Como en los mitos, todo en esta obra nace más de una vez porque todo en algún momento recibe una luz nueva que lo recrea y vivifica. La vieja sirena es un apasionado canto a la vida en una novela que es tanto recreación histórica como relato fantástico de inusual lirismo y sensualidad, tanto reflexión humanista sobre el poder como aguda parábola sobre nuestro inestable presente.

Música

Una de mis canciones preferidas tengo muchas, pero  esta me gusta oirla a menudo. Es la de Omara Portuondo y Compay Segundo, "Veinte años "

http://www.omaraportuondo.com/main.php?lang=es